Los placeres de la imaginación creativa de la niñez les están negados a las personas autistas, tienen una comprensión limitada o nula de las emociones de los demás, por lo que les resulta agotador compartir las alegrías o las penas. Son deficientes en la capacidad de compartir ideas con otros, y de utilizar la experiencia pasada y presente para hacer planes de futuro. Encuentran placer en sus propios intereses particulares.
Con lo dicho anteriormente lo único que les queda a las personas autistas es asegurarse la actividad repitiendo las actividades que le proporcionan placer. Las formas más sencillas de estas actividades están en relación con sensaciones repetitivas. Tocar, oler, sentir, golpear ligeramente o arañar diversas superficies, escuchar ruidos mecánicos, mirar fijamente a las luces o a cosas brillantes, retorcer y girar las manos o algún objeto cerca de los ojos, son ejemplos de conductas que se observan en personas con trastornos autistas.
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